OBJETOS PARA LA MEMORIA
EL TOCADOR
EL TOCADOR
La idea con este objeto, es principalmente la del recuerdo; un accesorio decorativo, que nos remite a todas las veces que una persona estuvo frente a él para acicalarse, guardando objetos utilizados y apreciados para su uso personal.
Más que un mueble, es una identidad de quien lo utilizó y que dejo grabado en nuestras mentes su eterno espíritu y su esencia. Es por esto que trato de llegar a la memoria recordando a ese alguien que hizo parte de nuestra vida con algo que le perteneció.
La intención del papel es de cobijo, ya que, cuando amamos tratamos de conservar, cuidar y abrazar, como si se tratase de la persona que lo utilizó, lo conservó y lo cuidó.
EL CLOSET
La intención con este mueble es convertirlo en un accesorio para la memoria. Es como el rito religioso de adoración de la imagen de un ser supremo; la idolatría de una persona valiosa para nuestra vida, que ya no está con nosotros y/o que ya no existe, pero que perdura en la memoria, en el corazón y en el alma.
El closet es utilizado como los nichos de Doris Salcedo, que a través de la transparencia de la piel de vejiga, nos permite entre ver los zapatos de mujeres asesinadas.
Para la intervención del mueble, utilicé papel mantequilla permitiendo una transparencia semejándose a la memoria olvidada, el pensamiento borroso, al recuerdo efímero; como si fuera una quimera o algo onírico. Las cosas que se encuentran en el interior del closet son los objetos del ser amado que queremos honrar y que las conservamos como si fuesen un tesoro.
Al ser un accesorio del pensamiento, tiene que estar en un lugar privilegiado, en un espacio que nos hable y nos recuerde al ser ausente. Es como rendirle el homenaje que nunca se hizo en vida, es valorar lo que se perdió y se quiere recuperar, es no dejar ir de alguna manera a este ser, queriéndolo retener ya sea en la memoria, en el corazón o en nuestro espacio.
Las ciudades invisibles
Las ciudades y lo intercambios 2
En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, husmean otras miradas, no se detienen.
Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, con ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a la otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan, y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto con cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así, entre quienes por casualidad se juntan para guarecerse de la lluvia bajo un soportal, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos. Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.
Italo Calvino.
Al tener este texto de referencia, me di cuenta que en la ciudad de Cloe era muy importante las miradas, aquello que hacemos todo el tiempo pero a veces sin detenernos a observar, ensimismados en nuestros pensamientos andamos por la ciudad concentrados solamente en lo que nos compete. La parte erótica que ocurre en la narración, también es propia de todos estos transeúntes sexuados que están maquinando en sus mentes fantasías, con aquellos que llaman su atención al caminar o simplemente al chocar; pero que sólo queda allí, en su imaginación. Es esta imaginación, la que utilizo para crear formas o figuras a partir de una imagen erótica (unos senos), utilizando la modulación para que se pierda la parte reconocible a primera vista, multiplicándola y así minimizando su protagonismo cuando es observada en su individualidad. Llevo estas figuras al espacio, ya sea en la ciudad, la casa o nuestro propio cuerpo (vestuario); haciendo estas figuras atractivas para atrapar miradas, llamar la atención y crear la acción de observar, para descubrir luego la imagen que las conformó.